LA BICENTENARIA CONSTITUCIÓN NORTEAMÉRICANA. Ángel Domingo Perras Moreno. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1990. 157 págs.

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Por el Doctor en Ciencias Miguel A. D'Estéfano Pisani

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En 1987 Estados Unidos se vistió de oropel y propaganda de gala por todas partes y por todos los medios ¿Razón? Se cumplía el bicentenario de la Constitución, y por aquellos días había dicho el presidente Reagan con toda seriedad "Después de la Biblia, la Constitución de Estados Unidos es el documento más importante del mundo". Es verdad que él y muchísimos de los presidentes predecesores la violaron de manera tan farisaica como reiterada, más acaso pensaron ellos que los propios redactores y la propia Constitución eran -digámosle- "inconstitucionales" ¿No había sido preparada de manera sorpresiva y en silencio? ¿Era válido un documento para cuya redacción se designaron 74 delegados por los estados y sólo fue firmada por 39? Con esos y otros antecedentes no era como para unirse al coro de las celebraciones. Y, por supuesto, esa no fue la intención del autor al escribir este breve libro.

El autor comienza por referirse a los parlamentos y constituciones de las antiguas trece colonias y a los principios de unión de las mismas. En 1777 se redactaron los llamados Artículos de la Confederación que, recuerda trataron de "conciliar la unidad nacional con la regionalización de los Estados". Era la Unión Perfecta. Pero esta Confederación de los Estados Unidos encontró muchos escollos. Se van formando corrientes federalistas y contrarias a Page 142 ella. Los federalistas, a cuya cabeza figuró Alexander Hamilton, persona a la que por sus ideas podemos llamar monarco-republicano, tuvo a su cargo la reunión del congreso o conferencia de marras con el objetivo de revisar los Artículos de la Confederación.

El libro dedica la segunda parte a la Constitución y su ratificación. Había pasado una década de vigencia del sistema confederal que se pretendía revisar, pero la realidad fue bien distinta, porque los delegados sigilosamente nominados "de hecho anularon los Artículos de la Confederación y redactaron y firmaron por 39 votos de los presentes una Constitución que hoy día continúa vigente". Por primera vez en la historia un Estado pasó del status de Confederación al de Federación de manera tan original.

Un hecho a destacarse lo es el de que, en ese cónclave, no figuraron algunas de las personalidades más notables de la época tales como Thomas Jefferson y John Adams, que estaban prestando servicios como diplomáticos en el exterior, John Jay, que fue secretario de Estado, así como algunos considerados como radicales, entre ellos Patrick Henry, delegado por Virginia se negó a participar y expuso que en la convención había "gato encerrado". Si se lee la relación de delegados asistentes se observa que, salvo Benjamín Franklin, James Madison, George Washington y Alexander Hamilton, el resto no estaba, ni con mucho, a la altura de la convocatoria.

El autor sigue los pasos de las principales cuestiones debatidas; así, el sacro- santo derecho del voto ciudadano quedó reducido a la participación de los blancos (hombres) con determinados bienes de fortuna, lo que explica que, en un país de casi cuatro millones de habitantes, el derecho al voto sólo lo tuvieran 170 mil, o sea, el siete por ciento del total de la población que se supone tenga derecho electoral en un país. Era la primera lección de democracia constitucional. Pero y como dijo Martí ¿acaso no se firmó la Constitución sobre las espaldas de los esclavos?

Respecto a la separación de poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, que Montesquieu había establecido como un sistema de frenos y contra frenos, Ferrás razona así "A pesar de que el sistema de frenos y contrafrenos tiene como objetivo evitar que algunas de las ramas acapare demasiado poder, en cuanto al Presidente y al Congreso, en algunos períodos de la historia del país, posiblemente en los más largos períodos, el Presidente ha sido más poderoso que el Congreso y en otros períodos, los más breves, el Congreso ha sobrepasado al Presidente". Sin embargo, la historia nos demuestra que el Presidente de ese país tiene, constitucionalmente, más poderes y que mediante la vía extraconstitucional (por no llamarla inconstitucional) es el verdadero poder, al extremo que puede afirmarse que cuando Luis XIV de Francia se vanagloriaba de que el Estado era él apenas podía imaginar que era infinitamente menos su poder, el que disponía como Rey absolutista, que el de los presidentes norteamericanos.

En cuanto al Poder Judicial, el autor sostiene que los autores de la Constitución "ante el temor de que algún día la Presidencia y el Congreso se vieran sometidos a la presión del pueblo, incluyeron una cláusula en el texto constitucional que otorga poderes de gran alcance a la Corte Suprema". Pero Page 143 es el caso que el propio texto confiere al Presidente la atribución de nombrar á tales jueces...

De otra parte y cuando la Corte Suprema de Estados Unidos ha adoptado una decisión que no agrada a la Administración, ésta la viola "constitucional-mente", y puede citarse como ejemplo, la sentencia de 1964 de dicha Corte en el caso Banco Nacional de Cuba Vs. Sabbatino que el presidente, mediante el Congreso se apresuraría a violar aprobando la Enmienda Hickenlooper.

Ferrás se refiere a la ratificación de la Constitución, firmada el 17 de septiembre de 1787 y cuyo paso previo debía ser someterla a la aprobación del "pueblo". Pero como él observa, bien pronto se comprendió que la ratificación por los trece estados "sería una tarea muy difícil", dado que se establecería un gobierno central muy fuerte que traería consigo una merma considerable al poder de los estados miembros. Nueve estados la ratificaron entre 1787 y 1788 y los cuatro restantes entre 1789 y 1790, con mucha oposición y no pocas presiones. En cuanto a la consulta popular fueron 160 mil los que votaron para decidir acerca de tal ratificación pero sólo 105 mil lo hicieron afirmativamente. O sea, menos del cinco por ciento de la verdadera "masa" electoral que se supone a una democracia.

No resulta ocioso señalar que el autor insiste en el hecho de que aquella Constitución modélica nada establecía sobre los derechos ciudadanos, que debió acogerse a posteriori en una Enmienda Constitucional.

Un capítulo del libro viene referido a la Constitución como "un mero pedazo de papel en blanco" y narra la violación primera que se hizo de dicho texto, cuando el presidente Jefferson (1801-1809) compró el territorio inmenso de la Luisiana a Francia. Jefferson sabía que ni el Presidente ni el Congreso estaban facultados por la Constitución a extender los límites de la Unión más allá de los términos fijados en esa Carta. Pero la compró, el Senado lo ratificó y la Corte Suprema no se dio por enterada y se atribuye precisamente a Jefferson decir que se había convertido la Constitución "en un mero pedazo de papel en blanco". Claro que a posteriori se sucedieron las violaciones de dicho texto. ¿No dijo, por ejemplo, en 1903, "Teddy Roosevelt", cuando ocupó Panamá sin consultar al Congreso, que el "lo tomaba porque lo necesitaba" y que "no podía esperar lo que dijera el Congreso?" ¿Qué se celebró, el doscientos aniversario de entrada en vigor de la Constitución o las doscientas violaciones de ella?

Al retrotraernos en la historia, debemos reconocer, eso sí, la diferencia abismal entre hombres como Washington, Jefferson, Adams y otros y los últimos inquilinos de la Casa Blanca, como puede hacerse una comparación entre aquellos congresistas y éstos de los últimos tiempos y entre jueces como lo fuera entonces el bien conocido por los internacionalistas Juez Marshall y otros que pasarían a formar parte de esa Suprema Corte y los actuales.

En tan breve espacio no podía decirse mucho que quedaría en el tintero; no es breve la historia. El autor anexa el texto de la Constitución original y una sinopsis de las 26 Enmiendas constitucionales a partir de entonces. Si quisiéramos interpretar a derechas a Reagan y otros especímenes parecidos residentes en la Casa Blanca, debemos entender la frase citada al principio de este Page 144 comentario como queriendo decirnos que el documento más importante del mundo es la Constitución de Estados Unidos... aún antes de la Biblia.

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