Al doctor en ciencias jurídicas Miguel Antonio D'estefano Pisani se le confirió el titulo de profesor de mérito del Instituto Superior de Relaciones Internacionales

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En el Aula Magna de la Universidad de La Habana tuvo lugar un solemne acto en el cual se le hizo entrega de dicho título, Hicieron uso da la palabra el Dr. Osear García Fernández, Rector del ISRI y el Dr. Miguel Alfonso Martínez, Profesor del Instituto, pronunció el Elogio.

RESOLUCIÓN RECTORAL No. 01/90>

POR CUANTO: El Doctor en Ciencias Jurídicas y Profesor Titular, compañero MIGUEL ANTONIO D'ESTEFANO PISANl, ha dedicado las mejores energías de su fecunda existencia a la formación y educación de varias generaciones de cubanos, tanto desde la Cátedra que ejerce como fuera de ella.

POR CUANTO: El precitado Profesor constituye ejemplo de honestidad y capacidad profesional, de acucioso investigador, labor ésta avalada por su valiosa y extensa obra jurídica, fundamentalmente en el campo de su especialidad, en el que goza de reconocido prestigio.

POR CUANTO: El Consejo de Dirección del instituto Superior de Relaciones Internacionales "RAÚL ROA GARCÍA", en atención a la meritoria e ininterrumpida labor prestada por el Doctor D'Estéfano corno Profesor de Derecho Internacional Público en el mismo, a su esfuerzo creador y su recta trayectoria en defensa de nuestra Revolución, adoptó el siguiente Acuerdo: Conferirle la Categoría Docente Especial de "PROFESOR DE MÉRITO".

R ES U E L V O:

Ú N I C O : Conferir al Doctor en Ciencias Jurídicas y Profesor Titular,

MIGUEL ANTONIO D'ESTEFANO PISANI, la Categoría Docente Page 24 de PROFESOR DE MÉRITO, en acto público y solemne que habrá de efectuarse en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el día once de enero de mil novecientos noventa.

COMUNIQÚESE a cuantos funcionarios corresponda, a sus efectos.

DADA en Ciudad de La Habana, a los once días del mes de enero de mil novecientos noventa. "AÑO 32 DE LA REVOLUCIÓN".

Dr. Oscar García Fernández Dr. C.

Rector

Palabras del Dr Óscar García Fernandez

Compañero Isidoro Malmierca Peoli, Miembro del Comité Central del Partido y Ministro de Relaciones Exteriores

Compañero Jesús Montané Oropesa, Miembro del Comité Central del Partido

Profesor Miguel D'Estéfano Pisani

Profesor Miguel Alfonso Martínez

Compañeras y Compañeros:

¡Honrar, honra! sentenció nuestro Héroe Nacional José Martí, y es ese el sentimiento que experimentamos todos los compañeros en el ISRI, al conferir en este acto la Categoría Docente de Profesor de Mérito al querido maestro Miguel D'Estéfano Pisani. Lo hacemos con profundo cariño y respeto, en reconocimiento a un trabajo ejemplar, donde el magisterio ha brillado con sus valores más destacados: la modestia, el ejemplo y la sabiduría.

Quisimos que este acto se celebrase en esta Aula Magna de la Universidad de La Habana, cargada de historia y de las más ricas tradiciones estudiantiles, para subrayar, como destacara nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, en ocasión de crearse el Ministerio de Educación Superior, que los Centros Superiores de Estudios que en aquel momento surgían, no eran otra cosa que la multiplicación de la Universidad de La Habana; de esa querida Alma Mater que a lo largo de más de 250 años ha acogido en sus aulas a nuestra generosa juventud para fundirla en el crisol de la enseñanza, del amor a la Patria y de los principios revolucionarios que han pautado la vida de este Centro. Page 25

Elogio del Dr Miguel Alfonso Martínez

Compañero Isidoro Malmierca, Miembro del Comité Central y Ministro de Relaciones Exteriores

Compañero Jesús Montané, Miembro del Comité Central

Compañero. Dr. Oscar García, Rector del Instituto Superior de Relaciones Internacionales

Compañero Miguel D'Estéfano, Dr. en Ciencias Jurídicas

Demás autoridades gubernamentales aquí presentes.

Compañeras y compañeros-.

Nos reunimos en la noche de hoy para dar cumplimiento, de manera pública y solemne al Acuerdo adoptado por el Consejo de Dirección de nuestro Instituto Superior de Relaciones Internacionales de conferirle a nuestro querido y respetado Doctor en Ciencias Jurídicas, Miguel D'Estéfano Pisani, Profesor Titular de nuestra casa de estudios, la Categoría Docente Especial de Profesor de Mérito. Al conocerse este Acuerdo, ello generó en todos los que hemos tenido el privilegio de ver y vivir de cerca el incansable quehacer cotidiano del Dr. D'Estéfano el esperable y justificado regocijo con el que se recibe algo largamente esperado, justo y necesario. Hay que decirlo: este honor que el Instituto le confiere al Profesor D'Estéfano no sólo honra a quien se le otorga, entrega, honra también en pareja medida a nuestro ISRI en su conjunto y en particular, a sus autoridades docentes por la iniciativa que culmina, de manera práctica en esta ocasión. Se expresa ello en un local que a todos los que vimos transcurrir en esta colina nuestros años de tránsito entre la adolescencia y la adultez, tanto nos evoca y resume: el Aula Magna de la ya más que bicentenaria Universidad de La Habana. Ningún lugar más idóneo que éste para honrar a quien honor merece.

He aceptado la distinción que representa presentarme aquí, ante ustedes, para hacer el elogio que amerita la obra del Doctor D'Estéfano, con el espíritu perturbado por la plena conciencia de aquel que se sabe ciertamente incapaz de resumir en palabras, y en apretado tiempo, todos los méritos que justifican esta distinción que se le hace a nuestro entrañable colega y maestro. Hay cosas que por más que uno se esmere y quiera hacerlo no pueden expresarse más que en el ámbito interior del sentimiento, no en la expresión oral ni, mucho menos, en la palabra escrita. Tal es mi caso en lo que hace a Miguel. Page 26

Acepté, sin embargo, este digno encargo puesto que también estoy cierto de que al menos los más señeros de los sentimientos que sobre él tengo tan dentro, encontrarán, de alguna manera, vías para quedar plasmados en esta alocución.

Compañeras y compañeros:

Cuando nos congregamos hace ya un año, casi a la fecha, en estos mismos predios universitarios cargados de historia y de recuerdos de luchas, para otorgar a nuestro ex-Rector, el siempre admirado Salvador Vilaseca, el título de Dr. Honoris Causa, el Dr. Julio Fernández Bulté, Decano de la Facultad de Derecho, quién cumplió con memorable alocución la misma tarea que se me ha encomendado a mí hoy, nos recordaba que la vida y frutos de un hombre puede ser evaluada y analizada, desde el ángulo de la temporalidad, con tres posibles ópticas: A los que le antecedieron, le correspondería la tarea de juzgar cómo ha cumplido el evaluado de que se trate el legado que los protagonistas anteriores pusieron en sus manos. Sus contemporáneos le verían desde la perspectiva, especialmente valedera, de la riqueza testimonial de haberlo observado en plena actividad respecto de los problemas prácticos que la realidad de su tiempo le han impuesto a su actividad creadora. Finalmente, los que deben sucederlo en el decurso generacional, deberán apreciarlo por las enseñanzas y el legado material y espiritual que reciben de él. Por razones obvias, me encuentro yo nadando en la entre agua de las dos últimas categorías temporales arriba insinuadas. Soy, a la vez, su contemporáneo y, en cierta medida, su continuador en ciertas tareas; si es que modestamente tuviera yo que intentar serio.

Mi primer recuerdo que tengo de Miguel D'Estéfano, data de finales de 1954, cuando a solo pocos pasos de aquí me enfrenté por vez primera con los estudios del Derecho Civil. Adquirí entonces, como todos los estudiantes, la segunda edición de la versión de ese Código, concordada por el Dr. Eduardo Núñez y Núñez, revisada y anotada -a solo 10 años escasos de graduado en Derecho- por Miguel D'Estéfano, que dos años antes había publicado para la invaluable "Colección Legislativa de Bolsillo", el editor Jesús Montero. La docta suficiencia de las notas con las que Miguel ilustraba el articulado del Código llamaron mi atención prontamente y fueron y son todavía ejemplo de sabia selección jurisprudencial y escueta sagacidad investigadora.

Cuando aún hoy en mi biblioteca personal ese preciado y manoseado tomillo que fue objeto de diaria consulta durante todos mis restantes años de estudiante, y con el que me inició, Miguel, Page 27 sin saberlo, en mi apasionada, inveterada e imbatible pasión por una rama crucial del árbol noble de la ciencia jurídica. Lo mismo me sucedió cuando dos años después comencé a familiarizarme con el Derecho Penal, donde me esperaba otra de sus valiosísimas contribuciones a la formación intelectual de cerca de tres generaciones de juristas cubanos: su compilación y comentarios al Código de Defensa Social, la legislación penal vigente en Cuba por aquellas fechas. Las nuevas generaciones estudiantiles acostumbradas a ver en Miguel D'Estéfano una de las más preciaras manifestaciones del pensamiento cubano en el marco del Derecho Internacional Público, deben conocer también de esta noble misión que cumplió Miguel antes del triunfo de nuestra Revolución en áreas distintas a su más reconocida y actual especialización cuando en 1961 llegué a nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores después del turbión generado, por el "fracaso perfecto" que amargamente tuvo que sufrir el imperio batidos sus mercenarios irremisiblemente en las arenas de Playa Girón, Como resultado de él, debieron salir de la Asesoría Jurídica de nuestra Cancillería una parte apreciable de los juristas que en ella laboraban; su presencia allí hecha posible por actitudes vacilantes o manifestaciones antirrevolucionarias en aquel momento de claras definiciones históricas. Cuando llegué al MINREX, a mi nuevo trabajo, se me dijo que sólo Miguel y unos cuantos más habían sobrevivido, en razón de su vertical actitud política, aquella prueba. En esa primera ocasión de nuestro trabajo juntos, y que se ha prolongado ya casi tres décadas, fue para mí maestro, consejo, amigo, y compañero, todo a la vez y de manera inmediata. A las constantes consultas, dudas e ignorancias de quien como yo, recién egresado de la Universidad, se enfrentaba a un mundo nuevo tuvo siempre Miguel la verdad conceptual, la indicación acertada del texto jurídico aplicable a la situación enfrentada y, sobre todo lo anterior, la camaraderil y llana comprensión del ya maestro, para con quien recién se inicia en escabrosidades técnicas que le son ajenas.

Por esas mismas fechas, y también por situaciones generadas por la profundización del proceso revolucionario, la Revolución nos hizo coincidir adicionalmente en otro campo que también hemos recorrido hombro con hombro a mano durante los últimos cinco lustros. Al producirse la renuncia casi total del claustro de profesores de la Escuela de Derecho, la Revolución nos convocó a ambos a llenar los vacíos de los que su condición clasista les quitó el antifaz de proclamados revolucionarios y los mostró en su verdadera calidad de enemigos de ella. Fue aquí, en esta colina, desde su cátedra de Derecho Internacional Público, donde encontraría Miguel forma y vía para expresar lo que a pesar de su obra Page 28 anterior, me parecería que fue desde siempre su innata vocación profesional interna: la de maestro, y también su campo científico adecuado al de las normas que rigen la convivencia entre las naciones.

Hay que señalar que ya en 1962 D'Estéfano había estado al frente de la por entonces denominada Consultoría Jurídica (hoy Dirección Jurídica) de nuestra Cancillería. De ella a Asesor de nuestro Canciller de la Dignidad, Raúl Roa, en mil y un asunto relacionados con la lucha internacional de la Revolución. A mediados de la década de 1960 produce su primera obra científica, su manual de Derecho Internacional Público; que se convierte en el texto-guión de la materia y se convertiría en obra preciada de dos generaciones de estudiantes de esta disciplina tanto en esta colina como en otros centros de la educación superior de nuestro país, incluido, por supuesto nuestro ISRI.

Su esfuerzo creador en esta rama se continúa con la publicación posterior de varias obras claves para el esfuerzo revolucionario formativo en esta esfera del saber general y de la ciencia jurídica en particular. Al texto-guía de la disciplina se suman posteriormente dos poderosos auxiliares docentes sus "Documentos de Derecho Internacional Público". Más tarde surgió también su "Derecho de Tratados". Todos ellos han sido y son textos oficiales en las especialidades respectivas. Su contribución, con ellos, al desarrollo integral del estudio del Derecho Internacional en nuestro medio de la Enseñanza Superior son inapreciables.

También en lo que hace a su producción científica, otros valiosos empeños dan muestra clara de ese rasgo tan característico de la personalidad y condición de trabajador intelectual de Miguel: su ampliamente conocida laboriosidad. Hoy día, su producción bibliográfica supera la cuarentena de obras relacionadas con las más variadas esferas de lo civil, lo penal, lo procesal, etc. Además, son innumerables sus contribuciones científicas -artículos, ensayos, etc.- a diversas publicaciones especializadas nacionales y extranjeras, desde sus primeras en la que fue la pre-revolucionaria "Revista del Colegio de Abogados de La Habana" hasta la actual Revista Cubana de Derecho. Sus contribuciones a diversas de información general en nuestro país son particularmente apreciadas, pues combinan la enjundia con la sorprendente frecuencia y diversidad de tópicos de actualidad que son cuidadosamente abordadas. Múltiples estudiantes universitarios en el extranjero se han honrado con sus conferencias magistrales.

Hoy, en noche de recuentos, sorprende incluso a los que hemos seguido de cerca la trayectoria laboral del Dr. D'Estéfano, lo proteico de sus empeños. A su producción científica se une el desarrollo Page 29 de una multiplicidad de variadas tareas cumplidas en muy diversos frentes. En 1966 es designado Presidente de la Asociación Cubana de Naciones Unidas, nuestra querida ACNU, institución a la que imprimió un hálito creador desconocido hasta entonces para ella. Desde 1981, fecha de su fundación, preside nuestra modesta pero importante Sociedad Cubana de Derecho Internacional, que ya comienza a hacerse sentir como elemento de divulgación exterior de los frutos de nuestros viejos y nuevos especialistas en esta rama. Colabora intensamente en múltiples actividades de instituciones tan importantes como son nuestro Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos y con el Secretariado Ejecutivo de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina, cuyos locales de sede en La Habana han sido frecuente escenario de sus charlas, conferencias y participaciones en eventos de diverso tipo.

A pesar de la importancia de esas manifestaciones del quehacer revolucionario científico y organizativo de Miguel, hay tres aspectos de su labor que, en lo personal, me parecen de extraordinaria importancia resaltar. La primera tiene que ver con su condición de prestigioso divulgador de las concepciones y la práctica de la Revolución en la esfera de las relaciones internacionales. Aquí Miguel descolló -en unión de Fernando Álvarez Tabío, los magistrados Merino Brito y Moré Benítez, el periodista Luis Gómez Wangüemert y nuestro recordado Rene Álvarez Ríos- como la fuerza motriz de lo que constituyó el más acabado esfuerzo de la Revolución por dar a conocer sus posiciones y el basamento científico e histórico-político de éstas: la Revista de Política Internacional, por desgracia desaparecida cuando más falta hacía su continuidad y que hemos sido incapaces de echar de nuevo a andar. La segunda se refiere a la actividad de Miguel como representante de Cuba en diversos organismos internacionales en el marco de la Organización de Naciones Unidas. Recuerdo con gran sentido de vivencia el impacto de sus intervenciones en la Comisión Jurídica de la Asamblea General y sé de su invaluable contribución a la elaboración y defensa de las posiciones cubanas durante el largo proceso de deliberaciones en el seno de la Conferencia del Mar. Es raro que algunas de las conferencias o reuniones internacionales en las que con frecuencia participo -en el plano académico o en el gubernamental- no se me acerque alguien para preguntarme por él y compartir conmigo sus elogiosas impresiones sobre el trabajo de aquél a quien esta noche honramos.

Quisiera, por último, mencionar la faceta de este quehacer de casi 30 años juntos que más me impresiona. No es otra que la Page 30 infatigable labor desplegada por Miguel D'Estéfano en el campo de la solidaridad internacionalista, cuya manifestación más abnegada, fructífera y conocida fue la desplegada en el caso de la agresión estadounidense contra el heroico pueblo vietnamita y los restantes pueblos indochinos. Aquella labor, en el marco del Comité de Solidaridad con esos pueblos, a la vera de la Cra. Melba Hernández, es un ejemplo a seguir por todos. Mención expresa en igual sentido me merece su trabajo en el Tribunal Antimperialista de Nuestra América (el TANA), en otros Tribunales Internacionales de ese tipo. Hoy día es miembro del Consejo Técnico y Asesor del Centro de Estudios de Asia y Oceanía. El reconocimiento social expresado por nuestras instituciones hacia Miguel D'Estéfano ha sido, lógicamente amplio. En el plano científico se le otorga merecidísimamente, en 1981 el Grado de Doctor en Ciencias Jurídicas. Esta Universidad le concedió también hace poco mas de 2 años, la propia Categoría Docente Especial con la que hoy le distingue también nuestro Centro, tras haberle otorgado en 1979 la medalla "250 Aniversario".

Es bueno recordar que el Dr. D'Estéfano es titular desde 1983 de la Orden Nacional "Carlos J. Finlay", así como de la medalla "José Tey". Su labor ha merecido también, en el plano internacional dos preciadas condecoraciones, la Orden de la Amistad otorgada en 1983 por la República Socialista de Viet-Nam. y la Orden Cirilo y Metodio (de primer grado) que le fue conferida en 1987 por la República Popular de Bulgaria.

Compañeras y compañeros:

El otorgamiento de esta Categoría Docente Especial de Profesor de Mérito a la más conocida y prestigiosa personalidad cubana en el campo del Derecho internacional coincide con la más reciente del inacabable rosario de violaciones flagrantes de ese mismo Derecho por Estados Unidos; es decir, la invasión militar a Panamá el pasado diciembre y la ocupación militar del territorio nacional de esa pequeña república hermana, ocupación que parece habrá de continuar por tiempo indefinido. No hay dudas de que en el mundo de coyunturas complejas en que vivimos, la defensa de las normas que rigen las relaciones entre los Estados Unidos y que han quedado recogidas en el espíritu todo de la Carta de Naciones Unidas y, en especial de su artículo 2, son tareas de primer orden. Su transgresión sempiterna nos conducirá ineluctablemente a la ley de la selva.

Son tiempos, por tanto, de la lucha concreta y sin cuartel -no sólo conceptual- por la vigencia y respeto de los principios de la ilegitimidad del uso o la amenaza del uso de la fuerza en las relaciones internacionales, de la igualdad soberana de todos los miembros Page 31 de la comunidad jurídica internacional, de la obligatoriedad de la solución pacífica de los conflictos entre todos los países y de la no intervención en los asuntos que son de la exclusiva competencia de la jurisdicción interna de los Estados, a cuya defensa ha dedicado Miguel D'Estéfano su larga trayectoria en esta esfera y toda una vida.

En estos momentos en que a la luz de los acontecimientos que sacuden a los países socialistas de Europa del Este, el imperialismo se regocija y se encrespa. No oculta sus esperanzas de que haya llegado el momento de saldar cuentas con la Revolución Cubana que durante 31 años ha permanecido firme y principista en la defensa de los postulados claves mencionados antes, y del derecho a la autodeterminación de nuestros pueblos, cuya expresión práctica es su decisión de construir el socialismo.

Hace apenas dos días, en Sofía, el Cro. Carlos Rafael Rodríguez en el marco del 450 período de sesiones del Consejo de Ayuda Mutua Económica apuntaba que:

"las más recientes tropelías del imperio confirman que éste no puede ser "desideologizado", que mantiene su decisión de regir los destinos del mundo, de dominar política y económicamente a los pueblos del Tercer Mundo, lo mismo en Panamá y en Centroamérica que en Filipinas o Afganistán. Nos muestra que el debilitamiento del socialismo como sistema, les da a los imperialistas euforia y arrogancia adicionales".

Es hora, pues, de estrechar filas en la defensa del socialismo y de los postulados del Derecho internacional que reconocen a todo pueblo su derecho a construirlo soberanamente, por decisión propia, a pesar y por encima de quienes quieren impedírselo.

Está claro para todos los que esta noche aquí nos reunimos, que sólo el Derecho internacional no nos dará protección para el ejercicio irrenunciable de darnos el sistema socio-político que deseamos. Aquél nos dá una nueva trinchera para defenderlo y, sobre todo, para identificar quién viola la legalidad internacional y quiénes la respetan.

La conquista de ese derecho, y su defensa a ultranza una vez conquistado es, como nos consta, tarea sola de los pueblos. El nuestro, con Fidel a la cabeza, está dispuesto a defenderlo, cueste lo que cueste por todos los medios a nuestro alcance (que no son pocos) y en cualquier circunstancia en que haya que hacerlo, por complicadas y adversas que éstas puedan ser. Page 32

Compañeras y compañeros:

Al otorgarle esta noche al compañero, doctor en Ciencias Jurídicas Miguel D'Estéfano Pisani, Profesor Titular de nuestro Centro, esta Categoría Docente Especial de Profesor de Mérito, ha querido nuestro Instituto por conducto de su Consejo de Dirección, rendir con ella reconocimiento expreso a todos los merecimientos científicos, docentes revolucionarios y personales de dicho compañero. Se ha querido rendir tributo a su admirable, modestia y laboriosidad, a su reconocida competencia, a su dedicación a las innumerables tareas revolucionarias que ha emprendido y coronado exitosamente; en fin a todos los servicios que desde la fundación de sus entidades antecesoras hasta el presente le ha brindado a nuestro Instituto desde la cátedra y, en general, a sus 31 años de dedicación total a la defensa consecuente de la obra de la Revolución dentro y fuera de Cuba.

Esta Conferencia solemne no es sólo de recuento y balance sobre una obra tan fecunda. En tiempos como los actuales, todos tenemos derecho a esperar nuevas contribuciones del Profesor Dr. Miguel D'Estéfano, nuevos aportes a la lucha conjunta de Cuba y de los explotados y condenados de la Tierra por un mundo mejor, por el socialismo y una paz verdadera integral y de alcance universal.

MUCHAS GRACIAS Page 33

Palabras del doctor en ciencias jurídicas Miguel A D'estefano Pisani

Compañeros y compañeras:

Este honor que me confiere el Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa" constituye, a la vez, la responsabilidad -por mi parte- de hallar alguna razón para tratar de merecerlo. Aquí se ha hecho referencia generosa a mi condición de estudioso del Derecho Internacional y, miro hacia el pasado prerrevolucionario en que debí recorrer muchas otras ramas de la ciencia jurídica.

Hoy viene a la memoria aquel curso de 1940-1941 en que debíamos estudiar Derecho Internacional. ¿Qué podía motivarlo aquella República cuya voz y voto era simple eco del vecino del Norte? Éramos mudos testigos del acontece: internacional. Añádase a ello el hecho de que se estaba en una época en que primaba el Derecho Internacional del statu quo, profundamente elitista, como aquella sociedad.

De ahí que no sea un simple formalismo ni una pecata modestia, decir que, con la Revolución, es que tomamos verdadera conciencia de la dimensión que tiene el Derecho Internacional y de la presencia de Cuba en lo internacional, de su lugar de avanzada.

Nos ha satisfecho mucho haber podido adquirir y transmitir a la vez, conocimientos y experiencias en tiempos de tan prolífico hacer revolucionario, en medio de una época de profundas transformaciones, de grandes conquistas y también de oprobiosas situaciones, de las cuales todos hemos sido testigos y partícipes activos.

Queremos apuntar cuánto debemos a compañeros profesores y alumnos del ISRI, desde que un día como hoy -coincidencia feliz- estuviéramos hace diecinueve años, entre los fundadores del entonces Instituto del Servicio Exterior, luego devenido Instituto Superior del Servicio Exterior y, a lo último, Instituto Superior de Relaciones Internacionales. Y cuánto debemos a esta querida Universidad de La Habana, a la cual estuvimos vinculados por más de un cuarto de siglo como profesor.

Invitamos que se reflexione sobre Cuba revolucionaria como personaje activo en lo internacional. Hemos estado presentes en lo internacional desde la propia conquista por nuestra posición geográfica, como "llave del golfo"; el proceso de formación de nuestra nacionalidad vino precedido por acontecimientos internacionales como la Revolución Francesa, la independencia de las Trece Colonias, la de Haití y la gesta independentista latinoamericana. Page 34

Con la victoria de la Revolución, Cuba retomó ese zumo geográfico-histórico para llegar a ser un país con prestigio internacional porque -como ha reiterado Fidel- somos un país de posiciones principistas. Y esto nos lleva a saber cómo las entendemos y luchamos por ellas; de qué manera condenamos a sus violadores; sobre qué bases desarrollamos nuestras relaciones internacionales; a qué responde nuestra afiliación a los organismos internacionales y en qué forma se encara el futuro. Y todo en correspondencia con el Derecho Internacional Contemporáneo y con nuestra condición de país socialista, latinoamericano y del Tercer Mundo.

Hace medio siglo nos interesó aquel Derecho Internacional, más. a todos nos interesa hoy día, porque somos un sujeto internacional activo y hacemos del mismo un arma más en nuestras manos.

Resulta ocioso preguntarse por quién, cómo y para qué se ha producido tal cúmulo de agresiones y desinformación sobre Cuba revolucionaria. Lo que nos compromete es la respuesta a darle.

Esta no es noche como para traer las agresiones de todo tipo perpetradas por Estados Unidos, que componen un voluminoso dossier, de imprescindible valor con vistas a formular los cargos correspondientes. El recuento de tres décadas largas presenta continuadas agresiones políticas, económicas y militares, empleo de medios coercitivos inimaginables, recurrencia al sistema hemisférico y simple delincuencia internacional.

Se trata de hechos por demás confesos. En todos los casos siempre ha estado de parte de Cuba la razón, el respeto a los principios y a les normas internacionales.

No resulta posible ni necesario profundizar en algunas cuestiones que han sido objeto de una furibunda alharaca respecto a cosas tales corno los derechos humanos, las nacionalizaciones y el internacionalismo. El imperio olvida situaciones tales como la de la base naval de Guantánamo y la hermosa solidaridad de Cuba con muchos pueblos. Los derechos humanos de la persona individual -civiles y políticos, económicos, sociales y culturales- vienen inextricablemente unidos entre sí. No es necesario traer sino palabras del compañero Fidel: "Ningún gobierno ha hecho mayores aportes a los derechos humanos de los ciudadanos que los que ha hecho nuestro país". Más, junto a éstos se hallan los derechos que le corresponden al hombre en su condición de miembro de un grupo humano, para incluir la autodeterminación política y económica y la no discriminación por razón de sexo o de raza y, también, los derechos que corresponden al hombre como miembro de la humanidad, como lo son la paz y el desarrollo.

La promoción y protección de los derechos humanos exige saber quiénes y cómo se promueven y protegen tales derechos y, Page 35 si los países lo cumplen en un plano interno y también en el internacional. Porque no basta cumplir los citados derechos en lo interno -partiendo del supuesto que se cumplan- si se es cómplice o se violan con respecto a personas, grupos humanos y de toda la humanidad. Resulta más que paradójico, inmoral y farisaico, que Estados Unidos pretenda indizar a nuestro país siendo, Estados Unidos, un violador contumaz de los derechos humanos en lo interno e internacionalmente.

Están las nacionalizaciones realizadas por Cuba revolucionaria, derecho establecido por el Derecho Internacional y que la propia Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos reconoció a nuestro país en una sentencia de 1964. Sin embargo, repiten que Cuba cometió un "acto retiliatorio", que no lo es. En ese país se considera válido el llamado lump sum agreement, sumas globales a recibir en compensación; se nos reclama 3 500 millones de dólares, lo que constituirá una base para negociar si, de acuerdo con normas internacionales, Estados Unidos reconoce la responsabilidad contraída por todos los daños causados a Cuba con sus agresiones, que sobrepasan la cifra de diez mil millones de dólares. Como se ve, todo se reduce a una simple operación aritmética.

Lo que si constituye una violación del Derecho Internacional es la existencia de la base naval de Guantánamo. Se trata de un "arrendamiento" ilegal por su intemporalidad y pretendida perpetuidad y de un consentimiento inexistente jurídica y moralmente; y se trata de recordarle al imperio el principio de ius cogens o norma imperativa de Derecho internacional y la cláusula rebus sic stantibus o del cambio fundamental de las circunstancias, por si algo más hiciera falta para confirmar nuestro derecho.

Está nuestro internacionalismo que se pretende cuestionar, sosteniendo la tesis que debe apoyarse solamente "la oposición legal no violenta". Con esta concepción Jorge Washington, Simón Bolívar y José Martí serían inculpados por cometer actos independentistas violentos. Ahora bien, sucede que la comunidad internacional ha reiterado la legitimidad de los movimientos de liberación nacional y la legitimidad de su lucha y del apoyo a los mismos, así como la ilegitimidad de quienes mantienen situaciones de dependencia y de quienes los apoyen.

Con sólo citar los acuerdos tripartitos entre Angola, Cuba y Sudáfrica, de 22 de diciembre de 1988, que llevaría a la implementación de la resolución 435 (1978) del Consejo de Seguridad y, con ello, a la independencia de Namibia, así como al respeto a la soberanía e integridad territorial de Angola y al mantenimiento de la paz en África sudoccidental, habrá quedado bien sentado la validez de nuestras posiciones internacionalistas, inclusive como precedente válido para otros conflictos regionales. Page 36

También precisa recordar la ayuda solidaria a decenas de países del Tercer Mundo, y aquella hermosa página de solidaridad con la gesta heroica y victoriosa del pueblo vietnamita contra la guerra genocida de Estados Unidos, y la decisión de dar, por Viet Nam, hasta nuestra propia sangre.

A nuestra memoria acuden las doctrinas y mecanismos hemisféricos a los que históricamente ha recurrido Estados Unidos; así, el monroísmo, el "destino manifiesto", el "fatalismo geográfico" y, desde hace un siglo precisamente, el panamericanismo made in USA, que llevó, en 1947-1948, a la creación del TIAR y de la OEA. Contra Cuba se adoptaron medidas tales como la "incompatibilidad" del marxismoleninismo con la OEA, la exclusión de Cuba de la misma y la ruptura de relaciones diplomáticas, consulares y económicas. Se manejó una burda estrategia, en procura de una fundamentación ideológica y seudojurídica para tratar de convalidar las agresiones a Cuba.

La Revolución Cubana, en el enfrentamiento al monroísmo, al "destino manifiesto", al "fatalismo geográfico" y al sistema OEA-TIAR, llegó a ponerles al desnudo, in puribus. Ya la OEA admite el "pluralismo ideológico" y ha dejado en libertad a sus miembros para establecer relaciones con Cuba. En nuestra América soplan corrientes de unidad e integración que evocan los sueños del Libertador y de Martí.

Si hasta el "caso Cuba" se le pedía previa complicidad a la OEA, luego Estados Unidos actuaría por cuenta propia y haría conocer, consumado el hecho, ex post tacto, la agresión a nuestros pueblos, en busca de la complicidad hemisférica. A lo último, y en las brutales intervenciones en Granada, Nicaragua y Panamá, ni siquiera acudió el imperio al mecanismo hemisférico, y se limitó a escuchar la reprobación, más o menos tímida, de la OEA.

En suma, lo que la Revolución Cubana ha traído consigo, en el enfrentamiento al imperio y sus mecanismos, es una contribución histórica inapreciable al Derecho Internacional Contemporáneo.

El Derecho Internacional Contemporáneo es un derecho comprometido. Significa la participación activa contra la explotación y la expoliación, las violaciones y agresiones a los derechos de los pueblos, a los principios y a la ley internacional. El análisis de esos males es el análisis contra los que los engendran. Es, también, una trinchera. Sólo partiendo de esta premisa y de esta óptica es que puede penetrarse en nuestros tiempos y es que podemos situarnos en ellos.

Es que con los años se ha ido acumulando una normatividad jurídica internacional que nos permite afirmar que ese Derecho ha de expresar la realidad y el reclamo de pueblos cuyo "lenguaje" no se corresponde con el que siguen esgrimiendo los ideólogos de Page 37 la ciencia jurídica del mundo desarrollado capitalista. Porque sucede que, aún manejando la misma terminología, en la práctica se piensa y habla en "lenguajes" distintos. Nos separa una profunda divergencia sobre la concepción del mundo, las realidades y aspiraciones que nos rodean.

Un ejemplo terminológico al uso es el concepto de la paz, que figura en el primer orden de las preocupaciones internacionales. Pero no se trata de que se pretenda imponer al mundo la pax romana o la "paz victoriana", sino la verdadera paz, la que beneficia por igual a los grandes y a los pequeños, va en demanda de soluciones a los acuciantes problemas que agobian a la humanidad y alcanza a todos. Como ha dicho Fidel "El camino de la paz no es el sacrificio de los derechos de los pueblos".

También es tarea prioritaria que cese la amenaza del hongo nuclear y todo propósito de recurrir al arma atómica. Pero como ha observado nuestro Comandante en Jefe, cada tres días mueren en el Tercer Mundo más niños, por enfermedades curables, que el total de las víctimas de la bomba lanzada sobre Hiroshima. De manera que, cada año en el Tercer Mundo mueren tantos niños como si se lanzaran ciento veinte bombas atómicas.

No se nos escapan las limitaciones e imperfecciones del Derecho Internacional, pero sería bueno advertir que los siete siglos comprendidos entre el siglo XMI y mediados del actual, apenas representan, para el Derecho Internacional, una fracción de lo logrado en el último medio siglo. En nuestros días no se trata de una enumeración abstracta de principios y normas encerradas en las diversas escuelas y los autores, se trata de una ciencia jurídica con un amplio y preciso contenido político, económico, social, cultural y humano. Nunca ha resultado tan difícil como en nuestros días establecer sus límites, porque se plantean problemas tales que, en sentido vertical, van desde la sima de los fondos marinos y oceánicos hasta las más alejadas metagalaxias descubiertas y, en su sentido horizontal, comprende las más disímiles y multifacéticas actividades de la humanidad.

De ahí la gran importancia de elucidar la cuestión epistemológica, el especial interés del carácter jurídico del Derecho Internacional, su constante desarrollo progresivo y codificación, en una dinámica creciente, al punto que ya se regulan sucesos aún por producirse, que se corresponden al próximo milenio, normas de un derecho en nacimiento, un derecho in status nascendi. Se trata de una ciencia en estrecha vinculación con las relaciones multifacéticas internacionales y con otras ramas interdisciplinarias, como la política exterior y la problemática internacional.

El imperialismo pretende un Derecho Internacional a su imagen y semejanza. En ese empeño, sus ideólogos cada vez más se Page 38 encuentran ante el hecho de que sus esquemas teóricos entran en contradicción aún con el Derecho Internacional del statu quo, ya superado, y con las normas a las cuales han pregonado su apoyo. Esto explica que los estudios de Derecho Internacional en las universidades y otros centros superiores norteamericanos sean cada vez más reducidos o sean simplemente suprimidos.

Los conceptos y las acciones del imperialismo norteamericano son ya de tal naturaleza, que ese país se permite no sólo violar el Derecho Internacional, sino que, hacerlo lo considera normal y hasta plausible. ¿Acaso no se ha sorprendido el actual presidente de ese país por el hecho de que América Latina critique su última intervención en Panamá? ¿Esto no indica que va siendo hora de que nuestra América tome conciencia de que una afrenta a uno de sus pueblos es una afrenta a todos nuestros pueblos?

El Derecho internacional está urgido, en América Latina y el Caribe de una amplia programación, de una concepción y un contenido en su enseñanza, en la formación profesional, en la disposición de acervos bibliográficos y documentales, de información e intercambios, de superar todo aislamiento entre nuestros estudiosos.

Es por todo ello de gran importancia lo concerniente al estudio, enseñanza e investigación del Derecho Internacional Contemporáneo, como derecho comprometido y como trinchera. Es preciso y urgente un proceso consecuente y sostenido que supere el formalismo y la inercia, que sepa acudir a los problemas y a la "enseñanza problemática", a fin de comprender las situaciones internacionales y regionales de la más diversa naturaleza y sus implicaciones jurídicas, ahondar en ellas, crear conciencia y conducir al hallazgo de soluciones.

Urge la búsqueda de una mejor relación entre la teoría y la praxis, de saber situarnos y proyectarnos; de ir en pos de lo que ayuda a pensar, más aún, de lo que enseña a pensar; de promoción de la actividad creadora, heurística, en la búsqueda de "lo nuevo", de "lo desconocido" y por conocer; que conduzca a la investigación científica oportuna; que precise de qué investigar, cómo investigar, de dónde investigar y para qué investigar. De disponer de mecanismos propios capaces de transmitir sobre qué informar. No pretendamos siempre cobijarnos en el muro de las lamentaciones repitiendo que los medios en qué informar están en manos de los poderosos. Hemos de dejar atrás lo que en nuestra América tengamos de aldeanos. Hora es ya de que sintamos como propias las palabras de Martí: "¿En qué patrias puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América?" Sueño bolivariano y martiano fue la unión de nuestros pueblos, y todos los caminos han de conducir a ella, incluyendo el nuestro. Somos tierras pródigas de un legado pródigo. Page 39

Porque es hora que en nuestra América nos conozcamos mejor, aunque no conozcamos a los arcontes griegos. No basta lo que, de una u otra manera hayamos andado en el orden regional, nacional o individual, cuanto que lo mucho que queda por andar. Lo demanda la dignidad y la identidad nacional, y latinoamericana y caribeña. Es la riposta necesaria. Porque no vivimos tiempos de siestas, sino de alertas. Y en alerta hemos de andar todos, por supuesto que también los estudiosos del Derecho Internacional comprometido y trinchera.

La Revolución Cubana es la propia razón de ser de cuanto hemos reflexionado. Lo que decimos y hacemos es fruto modesto de sus grandes experiencias. Y a la altura de su ejemplo y de su mensaje hemos de hallarnos.

Su prestigio internacional es lo que explica muchas cosas que los enemigos y los ignaros no comprenden. Es su prestigio lo que explica hechos tales como que, hace breve tiempo, Cuba obtuviera, en votación secreta, 146 votos de los 156 posibles en la Asamblea General de las Naciones Unidas para ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad, la más elevada votación alcanzada por Estado alguno en la elección para integrar ese órgano desde la creación de la ONU en 1945. Por supuesto, hemos enunciado sólo un caso.

Por último -y esto resulta de particular importancia traerlo- lo que hemos dicho aquí constituye un reflejo de la acción y de la obra de nuestro pueblo, que ha escrito las páginas más hermosas en la lucha por la soberanía e independencia nacional y por el internacionalismo. Porque el Derecho Internacional no es obra del estrado o la cátedra; lo hacen los pueblos como el nuestro, inmenso David armado con la honda poderosa de la Revolución.

MUCHAS GRACIAS

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