EL MÉXICO DE EGERTON (1831-1842). Mario Moya Patencia. Ciudad de México. 1991. 736 págs.

Por el Dr. en Ciencias Jurídicas Miguel A. D'Estéfano Pisani

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Se nos presenta como una novela en que lo policiaco y lo histórico se conjugan de tal manera que caben los ingredientes de ficción y realidad que el autor señala: "Todo lo que se narra aquí pasó o por lo menos pudo haber pasado". La obra gira alrededor del asesinato del pintor y grabador británico Daniel Thomas Egerton y su amante Agnes Edwarcis, ocurrido en Tacubaya, México, el 27 de abril de 1842; este llamado" crimen de la época" y de tanto revuelo entonces, se aclaró 145 años después por otro pintor inglés Brian Vissen, tras una investigación que le apareja con esa galería de personajes que transcurren entre Sir Arthur Conan Doyle y Agatha Christie.

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Dicho esto puede parecer que esta Sección no es la más apropiada para comentar un libro tal; pero podemos aseverar que hay razones para hacerlo, porque se nos representa aquel México y aquellos Estados Unidos de la época, y por ende, las vivencias del "monroísmo" y del "destino manifiesto", de los hilos que tejen la conquista de Tejas, su "independencia" y anexión al vecino del norte y, con ello, de personajes -como el general Antonio López5de-Santa Anna - villanos como Austin y Sam Houston. de aquel México que emerge entre el caudillismo y el federalismo y de aquellos recién estrenados Estados Unidos que apenas iniciaban el periplo de su expansionismo dentro y fuera de sus fronteras; y esto interesa seguirlo en nuestros día3, que tienen en aquellos, su cuna imperial. Resultan de gran interés las cartas que Egerton escribe entre el 8 de mayo de 1829 desde su hogar en las cercanías de Londres hasta la de 21 de diciembre de 1833 que escribe desde el lugar donde reside en México; se trata de cartas que nos presentan una singular semblanza sobre Inglaterra y México; de "apuntes, los cuales han ido adquiriendo una intimidad que yo no buscaba" pero, a la vez de apuntes que nos traen las costumbres y la sociedad de la época con una visión "inglesa" de las cosas y los hombres.

Pero otro aspecto justifica este comentario en nuestra revista, como lo son la transcripción de la cinta magnetofónica conteniendo el horóscopo de D. T. Egerton que hizo el astrólogo G. Cabezudt, quien declara "En los 26 años que llevo de dedicarme a la astrología en cuerpo y alma es la primera que hago un esquema de un personaje histórico que sirva de base para un libro..." y traza un magnífico retrato psicológico de D. T. Egerton; y, a esto se agrega el dictamen pericial grafoscópico sobre la autenticidad de una carta escrita por Egerton. De manera que también hay el interés que despiertan, en la criminología, tales consideraciones astrológicas y grafoscópicas.

El asesinato de Egerton fue planeado en Estados Unidos y no como algunos pensaron, que fuera en Inglaterra (téngase presente la pugna entre ambos países sajones por penetrar y predominar en tierras latinoamericanas, aguda en aquella época); y el libro presenta las tareas de espías norteamericanos como el embajador en México, Joel R. Poinssett y G. Wilkins Kendall, el más importante de los autores intelectuales del asesinato de Egerton y su compañera;

Tejas forma parte esencial del drama; partiendo de la verdad que encerraban las palabras de Manuel Araujo, gobernador del Departamento de Nuevo México, al decir en 1843 "iPobre México, tan lejos del cielo y tan cerca de Tejas!"; así, Carlos María de Bustamante escribiría "...hay que recordar que erigido Tejas en estado mexicano gozaba de la misma libertad e independencia que los demás Estados de la Federación, pero no podía aumentar su fortuna por medio de los esclavos que en el Departamento del Sur de los Estados Unidos forman la riqueza de sus propietarios". Sam Houston sabía lo que decir a sus compinches: "La compañía tiene confianza en ustedes, señores... como saben hemos declarado la independencia de Texas frente a México y nos disponemos a hacer frente al dictador Santa Anna... Lo derrotaremos no sólo porque llegará agobiado por la caminata sino porque el general Jackson (presidente de Estados Unidos) nos apoya. Y si es necesario contaremos con tropas regulares del ejército americano para que nos refuercen"; y Houston dijo más: "brindemos porque muy pronto nuestro ejército entre en la ciudad de México..."

Las pruebas acumuladas acerca de los verdaderos autores del crimen de Egerton y su amiga se le plantearon a Santa Anna a fin de evitar la ejecución Page 145 de cuatro nativos, pero la respuesta de Santa Arma -esas textuales u otras-, pero analizada la situación fueron: "No bastan sus presunciones señor Puchet (juez especial de la causa), ni que pudiera aseverarse que ese tal Kendall (el espía yanqui) supo del asesinato... habría que demostrar todo, suscitaría un serio conflicto entre nuestro país, los Estados Unidos y para colmo la Gran Bretaña, a la que no le gustaría verse envuelta en más problemas con los yanquis. No, señor juez, mil veces no. Lo que me pide usted es Imposible... Si tuvieran cómplices en Tejas ya castigaremos a estos cuando recuperaremos esa parte del territorio nacional..."

Del espía, embajador norteamericano Poinsett, dirá el autor que fue "el peor de todos los espías extranjeros que padecimos en si Siglo XIX", quien "aconsejó al presidente Monroe reconocer la independencia de las colonias españolas, no sólo para preservar a los países de origen hispánico de cualquier intervención monárquica europea sino para ensanchar a su costa el territorio de los Estados Unidos"; Monroísmo y Poinsettismo "eran dos formas de decir la misma cosa cosa", dice el autor. De Santa Anna, figura tan controvertida, nos dirá "conservador y centralista nato, aunque a veces había tenido que alinearse con los liberales y gobernar con los federalistas..." El Santa Anna que tomó El Álamo para luego caer prisionero en una emboscada inverosímil; los norteños repetirían por esos años "Remember the Alamo". Después de la derrota de San Jacinto este personaje realiza una humillante visita al presidente Jackson en Washington. ¿Es cierto qué esta visita es el origen de la costumbre de masticar chiclets que hasta ahora perdura? ¿Es cierto que fue Santa Anna quien llevó en esa visita su hábito de masticar una sustancia parecida, que luego "sofisticaran" los yanquis? El autor así lo sostiene.

Añadimos a estos aspectos históricos y actuales (el autor pasa de los días del crimen en Tacubaya a la década de 1980-1990) las pinceladas sobre el fraterno México que nos trae "El ambiente de la hostería, con su tradicional música mexicana tocada en piano y salturno, su algarabía parroquiana y los meseros corriendo de mesa en mesa paró servir los chichas en nogada y el guacamole... "; y las "brujitas" que nos trae, incluida la hermosa bruja "La Bruja Matilde Linares de la Parra. Mención aparte requerirían -pero ese sí nos aleja totalmente de la sección- son los cuadros, acuarelas, óleos, etc., de Egerton que se traen y que mucho tienen que ver con la trama; así "El valle de México"; "Zacatecas", "El Popocatepetl", la vista sobre el lago de Péczcuaro y de la ciudad da Guanajuato... y los grabados de Egerton.

En fin, se traía de un libro aleccionador que nos resistimos a llamar novela, pero además actual. Lo que hay de ficción o realidad poco importa, porque con toda razón dice el proverbio italiano: Se non e vero é ben trovato.

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