MEMORIAS DE UN JUEZ Y PERIODISTA CUBANO. Waldo Medina, E. Pablo de la Torriente. La Habana, 1982. 94 páginas.

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Doctor en Ciencias Miguel A. D'Estéfano Pisani

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Que a nadie llame a sorpresa el comentario a este pequeño libro de no reciente publicación. Pero todo ejemplo siempre es intemporal. Y el de Waldo Medina como juez lo es. Pudo dejarnos dicho prolijamente, pero apenas nos dejó una sinopsis de su quehacer judicial.

Téngase presente que recorrió el escalafón judicial entre 1927, casi en los inicios de la presidencia del "Egregio" Gerardo Machado, hasta 1956 cuando Batista es nuevamente "el hombre fuerte" de Washington. O séase, tres décadas de la república prerrevolucionaria; seguir su lectura es una manera de situarnos en aquella Cuba y en los retos que un buen juez debía afrontar. Transcurridos unos pocos años como juez en Alacranes, Unión de Reyes y Sabanilla del Encomendador (luego llamado Juan Gualberto Gómez), a principios de 1932 sería juez municipal y correccional de Corralillo; ya allí fueron tantos los "forros" mediante el vaciado de los registros de Electores, quema de boletas, muertos votantes, etc., que la Junta Municipal Electoral (presidida por él) dio cuenta de todas las anomalías e infracciones de la ley a la Audiencia de Santa Clara, la que declaró la nulidad de las elecciones; eso le costó fuera agredido a tiros, ocasión en que el fraterno compañero Juanito Mier le dijera "Usted acabó con el caciquismo, pero éste por poco acaba con usted".

En julio de 1935 es ascendido a Juez Municipal y Correccional de Santa Cruz del Norte, donde un mister que administraba el central Hershey era la ley suprema del lugar... hasta que el juez Medina le impuso no sólo ir a prestar declaración al juzgado sino que sancionó a la Companie a pagar diez mil pesos de multa por haber ordenado la tala de dos mil palmas reales sin la debida autorización de la Secretaría de Agricultura. En julio de 1940 se celebraron elecciones presidenciales en que concurrían como candidatos Batista y Grau San Martín; la junta municipal electoral escrutó los votos, que resultaban en contra de Batista; un energúmeno jefe de policía local, se presentó en la junta con dos soldados gritando "¡Aquí tiene que ganar Batista, de lo contrario verán lo que va a pasar!" El juez hizo extender acta y un escrito detallado que se elevó al juez de Instrucción de Jaruco.... Batista fue electo presidente Page 146 "constitucional", pero quedaba constancia de una actuación judicial honesta que ilustra de que manera el traidor de la revolución de 1933 llegó al poder en 1940.

En noviembre de 1942 es ascendido a juez municipal y correccional de Isla de Pinos. Y en la isla hizo historia el nuevo juez, como autoridad y como patriota, pues se dio a la tarea de reconstruir la casa, en la finca El Abra, en que estuvo Martí en 1869-70 y se le declaró HIJO ADOPTIVO de la isla por el consistorio municipal; en 1948 se pública su obra "El Presidio que estorba". Como juez son de citarse algunas de sus actuaciones,- así, en la playa Bibijagua -playa de aguas negras- sólo se bañaba un mister a título de carácter privado de aquel lugar; en un juicio seguido por reyerta entre el mister y unos cubanos que allí se bañaron el juez declaró "La playa de Bibijagua queda desde ahora abierta al público, por pertenecer al Estado cubano y, si los que ilegalmente la ocupan no cumplen con lo que se dispone, serán sancionados...",- y sancionó a ciento ochenta días al Jefe del Orden Interior del Presidio Modelo, por embolsillarse dinero que recibía un preso de nacionalidad inglesa, a más de una serie de extorsiones y tirada de bolita y charada en el penal. Tuvo diversos incidentes con sucesivos jefes del penal y, una conferencia suya en la Universidad del Aire titulada ¿Qué ocurre con nuestro régimen penitenciario? provocó la salida de un ministro del gobierno de Grau San Martín.

Desde fines de 1949 es juez municipal suplente del Centro de La Habana y el 30 de junio de 1953 es ascendido a juez municipal del Norte de la capital.... Acababa de públicar su libro "Ley de Alquileres", para que fuera de fácil comprensión y defensa de los inquilinos, cuya importancia social puede apreciarse si se sabe que, sólo en 1953, se radicaron 62 260 juicios de desahucio en La Habana. Puso al descubierto y actuó contra los desafueros que los casafundistas llevaban a cabo, lo que trajo consigo que se produjeran las patrañas que llevarían a su separación del poder judicial.

Estaban por celebrarse elecciones primarias, en abril de 1954 y hubo, más que nunca antes, un verdadero maratón de "forros", inscripciones falsas, miles de muertos agregados a las listas electorales, etc., el juez Waldo Medina actuó en consecuencia y fue acusado por el delegado del partido de Batista de "parcialidad", lo que tenía como objetivo su separación del cargo en la junta municipal electoral, pero el Tribunal Superior Electoral declaró "absuelto al acusado. Presidente de la Junta Municipal Electoral del Norte". En las elecciones presidenciales de noviembre de 1954 el juez Medina diría, como integrante de la Junta Municipal escrutadora de La Habana: "A todos nosotros nos consta, sin la menor duda, que los escrutinios mayormente se han celebrado en las estaciones de policía... por lo que pido la nulidad de las elecciones en el Municipio de La Habana, y que esta petición se consigne en acta". Pero sería la clásica voz clamando en el desierto. Y el buen juez continuó su Page 147 labor de administrar justicia y en sus actividades patrióticas, martianas, culturales y periodísticas. Se le conocería como el Juez del Pueblo y el poeta Navarro Luna dirá "Está haciendo patria con la toga".

Cuando el zarpazo del 10 de marzo de 1952 impuso la jura de los Estatutos, deja constancia de la siguiente manera "Que desempeñando el cargo de juez municipal y correccional de Santa Cruz del Norte juró la Constitución de 1940, hecha por el pueblo; que si ahora viene a prestar el juramento obligatoriamente dispuesto por la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo de fecha tal, que también la juró, lo hace por eso, en evitación de incurrir en flagrante desobediencia en caso tan formalista como el indicado". Es de recordarse su batalla contra la película "La Rosa Blanca" que la llamada Comisión del Centenario creada por el régimen, hizo filmar, con irrespeto a la memoria del verdadero Martí.

En marzo de 1956 se consuma su separación del Poder Judicial; en un diálogo con José Miró Cardona, entonces Decano del Colegio de Abogados de La Habana, quien hiciera causa común con el despido, Waldo Medina le espetó: "Está usted a mil kilómetros de su padre, el general José Miró Argenter, Jefe del Estado Mayor del gran Antonio Maceo, que hubiera sido incapaz de hacer lo que usted hace".

Con el triunfo de la Revolución, Waldo Medina será Asesor Legal del Instituto Nacional de Reforma Agraria y Fiscal. Y en 1986 fallece, en el regazo amoroso de la patria.

Acaso este, más que un comentario de un libro, sea un tributo a un jurista, a un juez que cumplió dignamente con la obra de la vida hasta la hora de la muerte.

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